lunes, 5 de mayo de 2008

Cicatrices

Corrían mediados los 80, una muchachada quinceañera, chavales y chavalas entusiastas, plantaba una mesa con pancarta en la plaza de la Constitución de Jaén, y mientras repartía octavillas y recogía firmas, intentaba convencer a sus paisanos de no comprar “tortuguitas”. Concretamente eran galápagos salvajes, cazados en los ríos cercanos a la capital, y vendidos al estilo top-manta por las calles y mercadillos de la ciudad. Buscábamos el respaldo ciudadano para recordar a las autoridades municipales que eso era ilegal, que eran especies protegidas además, y que el bicho debía estar en el río, no en un escueto barreño.

La cosa iba bien, la gente respondía y ya teníamos un par de cientos de rúbricas de apoyo en la mañana, en esto que abordé a un señor que miraba escéptico nuestro tinglado.
-Señor, ¿nos ayuda a luchar contra el comercio de tortugas? (pregunté)
- ¿Tortugas? Pero niño... y a mí qué esas gilipolleces!! (dijo)
A continuación se subió la manga de la camisa mostrando el antebrazo, plagado de feas y numerosas cicatrices, mientras me explicaba que eran fruto de varios intentos de suicidio dentro de la cárcel, que su vida era una puta mierda, que sus hijos “enganchaos a to”…etc etc etc. Me dejó literalmente a cuadros, por unos minutos se desestabilizó la balanza de valores, y por supuesto me dió en qué pensar para todo el día.

En fin, una anécdota que recordé el sábado pasado, en un paseo por el río, comprobando que hay galápagos en abundancia.

Por cierto, el expresidiario al final firmó en contra del comercio de “tortuguitas”, con todas sus letras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Joder! No tiene nada que ver. Son guerras diferentes. Haberle propuesto poner un tenderete al lado en contra de las drogas, las prisiones, el sistema o los intentos de suicidio.
(Cada vez escribes más. Eso me gusta.)

Anónimo dijo...

Yo tuve una tortuga en casa :( cuando era una niña. La pobre no tuvo buen final, una vecina la puso a tomar el sol "panza arriba" en verano, cuando nos dimos cuenta...
También tuvimos pollos de colores. Y un pez que saltó de la pecera por el calor.
Creo que no se debería hacer este tipo de regalos a los niños, de hecho estoy totalmente en contra de que se comercie con animales, no soporto verlos expuestos en los escaparates de las tiendas.
¡Ah! también conocí a un expresidiario que me enseñó las cicatrices que se hacía en los brazos para librarse del calabozo y me contó unas "batallitas"...
Ya ves que cosas.
bz

Anónimo dijo...

Que historia, es un poco triste, pero asi es tu te preocupas por algo y siempre encuentras algo peor... asi es la vida. La verdad es que tu historia me ha recordado algo parecido que me paso en una lucha contra una línea de alta tensión en el Pirineo, pero eso fue hace muchos años. Bonita foto

Besos

Con patines

Anónimo dijo...

El final de este tipo de "mascotas" suele ser incierto casi siempre.
Al final si acabé encontrando una relación entre el comercio de bichos y la gente desesperada. A nivel local, como en este caso, era gente con pocos recursos que ganan un dinerito fácil saliendo al campo y vendiendo ellos mismos la mercancía.
A nivel internacional, tambien existen auténticas mafias, redes que se pasan el convenio CITES por el arco del triunfo, y en su base vuelven a aparecer los desesperados, que por cuatro monedas consiguen los animales que despues intermediarios y comerciantes sin escrúpulos ponen en el mercado para hacerse de oro.